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Cuando las palabras se esconden: lidiando con el bloqueo del escritor.

  • Foto del escritor: Sayen L. Ross
    Sayen L. Ross
  • 30 nov 2024
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 20 dic 2024

Escribir es mi pasión, pero también puede ser mi mayor desafío. Hay días en los que siento que las palabras fluyen como un río; las historias se escriben solas y todo encaja de manera casi mágica (porque si, a veces la musa de la inspiración me visita llena de ideas). Pero, seamos honestos, también están esos días oscuros en los que la pantalla en blanco o la hoja en blanco parece burlarse de mí, y el cursor titilante se convierte en un juez implacable.


La primera vez que enfrenté el bloqueo del escritor fue aterrador, fue mi tercera novela, la segunda de mi trilogía. Recuerdo que me senté frente a mi computadora (ordenador), lista para continuar una historia que me emocionaba, y... nada. Ni una frase. Pasaron minutos, luego horas, y la frustración empezó a crecer. ¿Qué estaba pasando? ¿Acaso las ideas habían decidido abandonarme para siempre? Me cuestioné incluso si realmente esto era lo mío.


Con el tiempo, aprendí que este bloqueo no es más que una señal de que algo necesita ajustarse, ya sea en la historia o en mí misma. A veces, es mi perfeccionismo el que me paraliza; quiero que las palabras sean perfectas desde el principio. Otras veces, estoy tan enfocada en escribir que olvido vivir, y eso drena mi creatividad.


¿Qué hice para superarlo? Bueno, aquí va lo que a mí me ha funcionado:


1. Escribir sin expectativas. Aprendí a escribir escenas aleatorias, diálogos sueltos o incluso pensamientos de no más de una o dos líneas. Sin presión, solo por el placer de dejar que las palabras salgan.



2. Cambiar de ambiente. Algo tan simple como salir a caminar o escribir en una cafetería puede ser suficiente para que las ideas vuelvan. Para ser honesta amo estar en mi casa, pero a veces un paseo en familia a un lugar lleno de naturaleza, me inspiran mucho.



3. Leer. A veces, sumergirme en el trabajo de otros autores enciende una chispa que ilumina mi propio camino. Ojo, no hago copia ni mucho menos, pero al leer otros autores hace que las ideas surgen de manera natural en mi cabeza.



4. Escuchar música. Hay días en que a veces me siento en el jardín de mi casa, me pongo mis auriculares y pongo una playlist aleatoria y eso me ayuda a crear situaciones o escenas para una nueva historia o para la que estoy escribiendo.



5. Hablar con otros escritores. Compartir mis frustraciones y escuchar las suyas me recuerda que no estoy sola en esto. Así como lo lees, el bloqueo del escritor es algo muy normal y nos pasa a la mayoría quienes nos dedicamos a esto.



6. Cambiar de historia. A veces, cuando una trama se resiste, prefiero darme permiso para dejarla descansar y escribir algo diferente, esa historia que me quema dentro y pide a gritos salir. Sorprendentemente, este cambio suele desbloquearme y, cuando regreso a la historia original, todo fluye mejor.




Hoy entiendo que el bloqueo del escritor es parte del proceso. No es el enemigo, sino un recordatorio de que escribir es un viaje lleno de altibajos. Y aunque esos momentos de silencio pueden ser difíciles, también me enseñan a valorar cada palabra que finalmente encuentra su lugar en la página.


Si estás pasando por un bloqueo ahora mismo, quiero decirte esto: respira, date un descanso, y no te rindas. Las palabras volverán cuando estés listo para ellas. Siempre lo hacen. Digámoslo así, es parte de este proceso.

 
 
 

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